SI TRUMP SALE DE LA CARRERA, NETANYAHU SE DERRUMBARA
Israel atacó a Irán, para imponer un cambio de régimen, pero fracasó. EE.UU., por lo tanto evalúa apartarse y dejar solo a su aliado, arriesgando su derrota y la caída del gobierno ultraderechista...
Autor: Eduardo J. Vior - Analista internacional Argentino (*)
Sin haber podido vencer a los palestinos en Gaza y Cisjordania, ni haber sido capaz de derrotar a Hezbolá y ocupar el sur de Líbano, sufriendo los continuos ataques de Yemen, con una opinión pública que cada vez con más fuerza pide el fin de la guerra y una coalición que tiembla, Benyamin Netanyahu se fugó hacia adelante y arrastró a un Donald Trump en situación similar. La agresión iniciada contra Irán el pasado viernes 13 suscitó rápidamente la respuesta iraní mediante sucesivas olas de bombardeo con cohetes y drones que produjeron graves daños en la infraestructura israelí y conmocionaron a la opinión pública del país. Rusia y China se ofrecen como mediadores, pero el gobierno israelí no quiere detener su ataque. Ante la firmeza de su enemigo, el apoyo del bloque euroasiático y la negativa de su propia base política a apoyar una aventura en el exterior, Donald Trump retrocede, dejando solo a su aliado que corre hacia el abismo..
El Líder Supremo de Irán, Ali Jamenei, dijo el miércoles 18 en su mensaje al país que Irán se mantiene firme en medio de su conflicto con Israel y que no se rendirá ante nadie en medio de presiones, según la agencia de noticias Tasnim. En un discurso televisado, Jamenei elogió la respuesta «firme, valiente y oportuna» del pueblo iraní a lo que calificó de «agresión insensata y maliciosa» de Israel. Dijo que la resistencia de la nación reflejaba «el crecimiento de la racionalidad y la espiritualidad» en el país.
Las declaraciones de Jamenei se produjeron después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicara el martes una serie de mensajes en las redes sociales en los que exigía la «RENDICIÓN INCONDICIONAL» de Irán y parecía sugerir que se dirigiera personalmente contra Jamenei. Las publicaciones alimentaron las especulaciones de que Trump podría involucrar al ejército estadounidense en el conflicto.
Sin embargo, ante la firmeza de la respuesta iraní y las advertencias recibidas de Moscú y Beijing, el jueves 19 la vocera presidencial Karoline Leavitt aseguró que Donald Trump tomará una decisión sobre Irán «en las próximas dos semanas». En ese período, el mandatario resolverá si se involucrará o no de forma directa en el conflicto en Medio Oriente. De esta manera, el magnate mantiene una posición ambigua a pesar de su alianza con Israel. Leavitt confirmó que en la Casa Blanca ven una posibilidad «sustancial» de negociación con Irán.
Este retroceso norteamericano confirma la derrota política de Israel.
Desde la madrugada del 13 de junio, cuando Israel lanzó un ataque no provocado contra Irán, las dos naciones han estado intercambiando bombardeos. Rusia, China y numerosos países del mundo han condenado con dureza la ofensiva israelí calificándola de grave violación del derecho internacional y de la Carta de la ONU.
Si bien en el primer momento la ofensiva israelí sorprendió a Teherán y pudo asesinar a la plana mayor del Ejército, de la Guardia Revolucionaria y a los 12 principales científicos del programa nuclear del país, las sucesivas olas de represalia iraní con cohetes hipersónicos, de crucero y drones asestaron fuertes golpes a Israel, demostrando la fragilidad de la “Cúpula de Hierro” montada por EE.UU. para protegerla. El jueves 19 nuevos cohetes de despegue y caída vertical de Irán han golpeado seriamente unidades militares en el centro y sur de Israel. El Cuartel General del Mando Central de Comunicaciones, Control e Inteligencia del Ejército israelí (IDF C4I HQ). El Edificio Principal de Inteligencia y Operaciones Militares del Ejército israelí, situado en el Parque Tecnológico Gav-Yam, Tel Aviv. El gobierno iraní aclaró que, aunque el cercano Hospital Militar de Soroka sufrió el impacto de la onda expansiva, no sufrió daños significativos. El ataque fue complejo, con uso de misiles balísticos y drones. Se trata de un tipo de ataques que busca confundir los radares y sistemas de defensa y sobrecargarlo.
Irán destruyó el jueves 19 el centro tecnológico militar clave en Beerseba. El complejo alberga unidad C4i y conecta al ejército con universidades y empresas.
Entre tanto, según el New York Times, Israel está lanzando cohetes interceptores más rápido de lo que puede producirlos. Hay interrogantes dentro del aparato de seguridad israelí sobre si los misiles de defensa aérea se agotarán antes de que Irán agote su arsenal balístico. Funcionarios israelíes afirman que el ejército israelí ya se ha visto obligado a racionalizar el uso de proyectiles interceptores. Y algunos israelíes creen que ha llegado el momento de poner fin a la guerra antes de que las defensas de Israel sean puestas a prueba seriamente.
Israel cuenta con la indudable ventaja del apoyo logístico y de inteligencia que le presta Estados Unidos desde sus bases en Siria e Irak, así como el apoyo satelital de Starlink, la red de Elon Musk. Además, con apoyo británico ha montado a lo largo de los años una extendida red de espionaje y sabotaje dentro de la República Islámica. La mayoría de los asesinatos a funcionarios y comandantes se realizó desde adentro del país con bases de drones instaladas especialmente.
No obstante, aunque el ataque israelí afectó parcialmente la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, no puede alcanzar las instalaciones nucleares de Fordow, construidas a 80 m bajo el nivel del suelo. Para ello pretende que EE.UU. arroje sus bombas superpesadas, de 13 toneladas, como la que mató en Beirut al líder de Hezbolá Hassan Nasralá. Advertido por Rusia, China y el propio Ayatolá que un bombardeo norteamericano a Irán tendría como consecuencia la destrucción de las bases de ese país en toda Asia Occidental y, aunque desdeñó el informe de su propia Directora Nacional de Inteligencia (NID, por su nombre en inglés), Tulsi Gebbard, descartando que la nación persa tuviera armas nucleares, Donald Trump ahora parece haberlo pensado una segunda vez.
Principales bases e instalaciones militares de EE.UU. en Asia Occidental y el Mediterráneo Oriental
Como acusó la Cancillería rusa el pasado martes 17, el pretexto para el ataque lo dio el propio presidente de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafel Grossi, quien en la reunión de Junta del pasado jueves 12 dijo que los inspectores de la Organización en Irán no habían podido realizar “una revisión exhaustiva” de las instalaciones de enriquecimiento de uranio. Inmediatamente Israel y EE.UU. aprovecharon el pretexto para lanzar el ataque.
Rafael Grossi, de Argentina, presidente de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA)
El lunes pasado Grossi declaró que existe la posibilidad de contaminación tanto radiológica como química dentro de la principal instalación de enriquecimiento nuclear de Irán en Natanz tras los ataques israelíes, aunque los niveles de radiación fuera del complejo son actualmente normales.
El presidente de la OIEA está seriamente cuestionado, después de que se ha comprobado que pasó a Israel la lista de los principales científicos nucleares iraníes que luego fueron asesinados por los israelíes. El informe, que corrobora intentos anteriores de abuso de confianza similares, se publicó antes de los ataques injustificados de “Israel” contra territorio iraní, dirigidos contra edificios residenciales, activos nucleares e infraestructura militar.
Viendo que su puesto peligra, el ingeniero Grossi salió este jueves 19 a disculparse diciendo que la culpa era de los iraníes que no le mostraban “toda la documentación y siempre enriquecían más uranio del que decían”.
La primera víctima de la nueva escalada es la diplomacia. Al evidenciarse el apoyo de Estados Unidos a la agresión israelí contra Irán, quedó demostrado que Washington condujo las negociaciones con Teherán en Maskat, Omán, con la intención maliciosa de ganar tiempo y engañar a su interlocutor, lo que a todas luces consiguió. El liderazgo iraní se confió en las palabras de Donald Trump y en su aparente pelea con Benyamin Netanyahu, para alcanzar un acuerdo nuclear, pero se demostró una vez más que el Imperio sólo negocia sinceramente, cuando ha sido derrotado. A partir de ahora ningún país puede confiar sensatamente en las palabras de la diplomacia estadounidense y debe sacar las conclusiones del caso.
La escalada del conflicto entre Irán e Israel abre una nueva ola de riesgos para la ya inestable economía mundial. Según el portal Axios, si el conflicto se prolonga, su efecto podría ser comparable a las consecuencias económicas de la guerra entre Rusia y Ucrania, especialmente en el ámbito energético.
El sábado 14 un dron israelí atacó la planta de gas de Fajr Jam abastecida desde el yacimiento submarino de gas más grande del mundo, South Pars, que Irán comparte con Catar. Debido al incendio, la extracción de 12 millones de metros cúbicos de gas se detuvo temporariamente.
La nación persa es el segundo país con reservas de gas natural en el mundo (representa más del 17 % de las reservas mundiales) y el tercer productor de este recurso después de los Estados Unidos y Rusia, lo que hace que su influencia en el mercado mundial sea grande.
Irán es también el cuarto productor mundial de petróleo y nuevos ataques contra sus instalaciones petroleras podrían hacer subir aún más los precios y provocar inflación en países fuera de la región. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la inflación en las economías avanzadas aumenta aproximadamente 0,4 puntos porcentuales por cada aumento del 10 % en los precios del petróleo.
Ahora bien, si los iraníes hacen algo en el Golfo, el suministro de petróleo a China estará amenazado. La región del Golfo suministra aproximadamente la mitad de las importaciones totales de crudo de China. Esta dependencia es un aspecto significativo de la estrategia de seguridad energética de China y de su creciente influencia en la región.
El nuevo ferrocarril Urumqi (Xinjiang, China)-Teherán inaugurado en mayo pasado
Un detalle interesante que pasa casi desapercibido en el contexto de los ataques contra Irán: los primeros misiles disparados contra el territorio del país volaron casi simultáneamente con el lanzamiento de la nueva ruta ferroviaria de China a Irán. El primer tren desde Xi’an llegó al centro logístico iraní el 25 de mayo pasado. Esta ruta se ha coordinado y construido desde 2021, inmediatamente después de que Irán y China firmaran un acuerdo estratégico por un valor aproximado de 400 000 millones de dólares en el marco de la iniciativa «Una Franja y una Ruta». La esencia del proyecto es simple: los productos industriales de China ahora llegan a Irán directamente por tierra, eludiendo todas las zonas de influencia, bases militares y el control de las sanciones de Estados Unidos. Irán no solo recibe suministros, sino que se convierte en un centro de tránsito clave que conecta al sur el corredor Norte-Sur a través de Rusia, el Mar Caspio y la India; al oeste el acceso terrestre a Irak, Siria, Turquía y el Mediterráneo; y al este el acceso directo a las cadenas de suministro chinas.
Además, la ruta terrestre erosiona el monopolio del tráfico marítimo, especialmente cuando el Estrecho de Ormuz y Suez están controlados por estructuras estadounidenses o proestadounidenses. Irán ha superado gradualmente su aislamiento logístico, convirtiéndose en un enlace entre China, Rusia, India y Oriente Medio.
Todo esto constituye una amenaza geoeconómica que Estados Unidos y sus aliados comprenden perfectamente. Por lo tanto, no sorprende que, simultáneamente con el inicio de la integración real de Irán en la logística transasiática, se inicie un intento de destruirlo sistémicamente. El problema no se limita al programa nuclear. La cuestión es impedir que Irán se convierta en un centro logístico para la nueva arquitectura euroasiática y adquiera suficiente fuerza.
Con su agresión Israel dio por primera vez a Irán el justificativo legal para tomar represalias dentro de los marcos del Derecho Internacional. Israel es el agresor e Irán se defiende. Netanyahu dijo el viernes que el objetivo era una guerra larga que sólo podría terminar con el cambio de régimen en la nación persa.
Sin embargo, algunos analistas apuntan que Israel subestimó las capacidades de Irán y sobrestimó su ataque del viernes así como su sistema de defensa anticohetes. Las imágenes de destrucción en Tel Aviv así lo confirman.
A Israel pronto se le terminarán el tiempo y los cohetes, mientras que Irán puede llevar una guerra de desgaste a largo plazo. A Irán, lo mismo que a Rusia, le convienen los tiempos largos y el agotamiento del enemigo. Por otra parte, Donald Trump tocó los límites de sus bravatas: no sólo recibió serias advertencias del bloque euroasiático, sino que el desmarque de Tulsi Gebbard y la oposición de Tucker Carlson y Steve Bannon a toda intervención militar en el extranjero le recordaron el abstencionismo de su propio movimiento MAGA. “Hasta aquí y no más”, le dijeron.
Desde el punto de vista militar, ninguno de los dos puede vencer a su adversario sin intervención de una gran potencia y corriendo el riesgo de desatar un conflicto que abarque toda Asia Occidental. Desde el punto de vista político, en cambio, el ataque israelí ya ha logrado que Teherán suspenda las negociaciones con EE.UU. sobre su programa nuclear.
Una vez pasada la sorpresa del primer momento, Israel ha conseguido también que el régimen iraní sustituya a los altos mandos y científicos asesinados y radicalice sus posiciones, reduciendo las diferencias entre la “línea dura” y quienes pretendían alcanzar un acuerdo con Occidente. La República Islámica intensificó la persecución de los saboteadores y terroristas, silenciando aún más a la oposición, y estrechó los lazos con China y Rusia. Adicionalmente, es probable que el sorpresivo ataque haya definido indirectamente la lucha por la sucesión del Ayatolá Jameneí, ya de 88 años, a favor de una línea dura nacionalista y euroasiática. La traición norteamericana ha fortalecido el triángulo euroasiático. Irán tiene ahora el tiempo a su favor.
Combatiendo en siete frentes a la vez, a Benyamin Netanyahu se le acaban las armas, mientras la cohetería iraní cada vez es más efectiva y EE.UU. retacea el apoyo. Al limitar su involucramiento, Trump reabrió la puerta a la negociación, pero ahora tendrá que pagar un precio mucho más alto. Si lo paga, será a costas del primer ministro israelí. Si no lo hace, los israelíes deberán prepararse a vivir por largo tiempo en los refugios antiaéreos. Si lo aceptan, “Bibi” podrá seguir dilapidando recursos humanos y materiales para no ir a la cárcel. Pero si no, deberán cesar en su agresión a Irán y ése será el comienzo de la caída del castillo de naipes: ante un Irán fortalecido, deberán retirar las tropas de Siria, de Líbano, de Gaza y Cisjordania. La coalición de derecha y ultraderecha se romperá, un nuevo gobierno asumirá y el primer ministro canjeará su residencia palaciega por una celda.
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